sábado, 5 de septiembre de 2015

Una fotografía de un ser amado reduce el dolor

Si te dijera que ver una fotografía de un ser amado reduce el dolor físico ¿qué pensarías?


Las áreas del cerebro activadas por el amor son las mismas sobre las que actúan los fármacos para reducir el dolor. Así lo muestra un estudio realizado por Arthur Aron, profesor de psicología en la Universidad de New York. 


El estudio afirma que ver la fotografía de un ser amado, reduce el dolor hasta un 44% de la misma manera que lo haría un analgésico.

Pero, ¿en qué consistió este estudio?


Para evaluar este hecho, se les pidió a quince voluntarios (ocho mujeres y siete hombres) que aportaran al experimento fotografías de un ser amado y de otra persona no tan amada pero igualmente atractiva. 

Mientras les mostraban sus fotografías, calentaban un estimulador térmico (controlado mediante un sistema informático) en la palma de la mano de cada sujeto, para causarles un leve dolor. En ese mismo momento, una máquina de resonancia magnética escaneaba sus cerebros. 



Los resultados decían que al mirar a un ser amado el dolor se reducía del 36 al 44 por ciento. En cambio, cuando los sujetos observaban la otra fotografía apenas llegaban al 10 por ciento.


Veamos que opina Xavier Reinaldo, colaborador de este blog y experto en comunicación no verbal y ciencias del comportamiento.
Dentro de lo poco que sabemos del cerebro humano y de la multitud de reacciones químicas que dan lugar a lo que entendemos por emociones, hay algunos elementos que, a través del empirismo, sí podemos constatar.
Si sabemos que el cerebro segrega substancias como la oxitocina (placer), la adrenalina o la dopamina (actitud nerviosa) o la serotonina (bienestar emocional). Dichas substancias y su interacción viene marcada por la propia composición metabólica y por la reacción ante estímulos externos. Esto es, aquello que percibimos a través de nuestros sentidos. 
Si la música puede llegar a relajarnos ante la conjunción de una serie armónica de notas que estimula ciertas zonas relacionadas con las áreas del sistema nervioso. Si cierto aroma puede evocar recuerdos albergados en los receptores centrados en la zona de la memoria. No más sorprende que ante un estímulo visual que nos evoca sentimientos positivos, los receptores del cerebro encargados de generar bienestar "disimulan" aquellas transmisiones que envían la señal del dolor y que nos hacen ser conscientes de él.
El poder de la fotografía es plasmar un momento de realidad e inmortalizarlo de tal modo que puede ser evocado en momentos futuros. Su poder radica en que evita los filtros y las artificies que crea la mente, la posible distorsión del paso del tiempo que pueda ajar cualquier recuerdo que pudieran generarnos cierto bienestar. 
La fotografía es un arte. Y lo es no sólo por cómo se juegan con las luces y contrastes sino por hacer eterno aquello efímero.